La industria alimentaria y los hábitos dietéticos son factores determinantes en la nutrición y salud. Desempeñan un papel fundamental en el cambio climático e impacto medioambiental. A la vez, este cambio climático influye en el entorno alimentario, condiciones socioeconómicas, incidiendo en la calidad de la dieta y malnutrición, ya que influye en factores principales como el acceso a los alimentos, acceso a servicios sanitarios y salud ambiental, así como en la producción de alimentos en un momento en que se han de responder a los retos que plantean una población mundial en auge, los cambios en la alimentación y la urbanización1.
Se estima que entre el 2006 y 2050 haya un aumento del 70% de la demanda total de alimentos, acompañado de un cambio de hábitos dietéticos, habiendo un mayor consumo de alimentos de origen animal, en donde aumentará la demanda de alimentos de origen animal en un 80%, especialmente en las zonas urbanas de economías emergentes como India y China1.
Pero ¿qué es una dieta sostenible? La FAO define las dietas sostenibles como:
“Aquellas que generan un impacto ambiental reducido. Aquellas que contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional y a que las generaciones actuales y futuras lleven una vida saludable. Además, protegen y respetan la biodiversidad y los ecosistemas. Son culturalmente aceptables, accesibles, económicamente justas y asequibles y nutricionalmente adecuadas, inocuas y saludables y optimizan los recursos naturales humanos”1.
En los últimos años, varios países han comenzado a incorporar medidas sostenibles en sus políticas alimentarias y programas de educación al consumidor. El desarrollo e integración de recomendaciones que promuevan prácticas y elecciones alimentarias sostenibles son una estrategia clave para mejorar el impacto medioambiental de la industria alimentaria2.
Algunas de estas recomendaciones incluyen2:
Las dietas sostenibles son dietas alternativas, equilibradas y saludables como la mediterránea, pescetariana o vegetariana. Estas podrían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) procedentes de la industria alimentaria en un 30%, 45% y 55% per cápita, respectivamente1.
Por un lado, en el sector de la producción, el fomento de la producción local de frutas y verduras puede ayudar a que los alimentos saludables y naturales sean más accesibles. El desarrollo de cadenas alimentarias locales, de productos frescos y perecederos podría contribuir a la comercialización de productos menos uniformes. También puede contribuir a la reducción del desperdicio de alimentos debido al transporte y consumo1.
Por otro lado, en el sector del consumidor, se podrían crear incentivos económicos para guiar a la población a seleccionar una dieta más sostenible y saludable y optar por productos naturales locales1.
Adicionalmente, una dieta sostenible es consistente con un buen estado nutricional. Se ha visto que la transición hacia dietas con mayor consumo de vegetales podría reducir la mortalidad mundial, contraer el déficit alimentario mundial y disminuir considerablemente las emisiones de GEI relacionadas con la alimentación1.
1 United Nations System Standing Committee on Nutrition (UNSCN). Dietas sostenibles para una población y un planeta sanos. Agosto 2017. Acceso el día 4/05/2020. Disponible en: https://www.unscn.org/uploads/web/news/document/Climate-Nutrition-Paper-SP-nov-2017-WEB.pdf
2 FAO. Guías alimentarias y sostenibilidad. Acceso el día 4/05/2020. Disponible en: http://www.fao.org/nutrition/educacion-nutricional/food-dietary-guidelines/background/sustainable-dietary-guidelines/es/
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